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sencillamente lilu

como un guiño

sin título tres

Quise verte tantas veces en mis fotos, plasmar tu encanto más allá de tu belleza, de lo especial de tu sonrisa, y sin embargo te robó el protagonismo el mar, con sus olas, con su espuma, con su chocar continuo contra las rocas, con su vaivén, con su inmensidad.

sin titulo dos

"Perdóname!" gritó una voz a lo lejos. Ella se giró y vió una figura femenina acercarse lentamente. Venía sin ninguna prisa, poniendo un pie frente al otro, con calma pero sin parsimonia. Su gabardina medio abrochada ondeaba al viento como una bandera a media asta, como el augurio de algo malo que va a suceder. Y de repente aquella pequeña mujer se convirtió en la muerte, y agitando su amenazante hoz levantada se precipitó hacia ella corriendo. Parpadeó. La delgada mujer volvía a ser la misma, y había avanzado muy poco, seguía con su paso pausado y relajado, con su gabardina intentando huir y su pelo bailando por el viento. Cada vez la veía más cerca, pero en ningún momento pensó en salir corriendo, no por miedo, sino por indiferencia; aquella mujer no era nadie para ella, era una desconocida que desde lejos le había pedido perdón sin motivo aparente. Sus facciones se fueron dibujando en el aire, cada vez con más claridad, y a medida que la tenía más próxima iba sintiendo su belleza con más fuerza, como un magnetismo que la envolviese. Se paró frente a ella y la miró de arriba a abajo, sin sobresaltos ni sorpresas, como si aquella misteriosa mujer ya la conociese. "Lo siento" volvió a repetirle. La cogió de la mano y se pusieron a caminar en la misma dirección que Eloise llevaba desde un principio. Sintió su mano envuelta en aquella diminuta y blanca mano fría, apretada por unos frágiles y delicados dedos que en cualquier momento podrían romperse. Sintió calor. Y como si la conociera de toda la vida sintió la familiaridad de lo querido. Oyó otra vez la misma voz que al principio, susurrarle al oído: "por todo el daño que pueda causarte sin querer, sólo por tenerte conmigo". Iba a contestarle, pero se dió cuenta que aquella mujer no había movido los labios; tal vez no los hubiese abierto nunca, quizá no fuese ella la que había pedido perdón. Por algo extraño sabía que todo aquello se lo había dicho la mujer que llevaba cogida de su mano, pero siguió sin responderle. La miró de reojo, con el tímido propósito de no ser descubierta, aunque sabía que ella se estaba dando cuenta de todo, hasta de sus dudas. Volvió a mirar al frente. Se apretaron la mano con cariño, durante un breve instante. Y después siguieron por la misma acera sin mediar palabra. Pasos.

Silencio.

sin título uno

Y me arañó con sus ojos morados en mi cristal de hojalata, en la ventana de mi habitación clavó un puñal de mil amores y entonces suspiró: "quiereme". Yo le dije que no mil veces y mil veces más hasta que ella no se dió por vencida ninguna de ellas. "Vas a quererme alguna vez?" suplicaron sus enormes manos contra mi piel, y mil veces más que antes mis senos le dijeron que no. Y lo volvió a intentar infinidad de veces, y día tras día acudía a mi cristal para hacerse la misma pregunta. Y la bola mágica de mi ventana siempre la obsequiaba con la misma triste respuesta: no. Y jamás se dió por vencida, ni dejó de acudir puntual a su cita de las 19.30h para seguir preguntándome algo cuya respuesta ya conocía. Y fueron pasando los tiempos, lentos y pesados unos tras otros; y después del verano acudió silencioso el otoño, y después sigiloso el invierno, y también la alegre primavera. Y todo transcurría igual. Ella con sus mismas cuestiones de siempre, y yo con mis mismas respuestas de antes.